Indefensión Aprendida
Aprendemos por imitación y, cuando los ejemplos en los que nos hemos mirado no han sido precisamente los más adecuados, es muy difícil que podamos cambiar el chip y resetear nuestro sistema operativo, igual que haríamos con nuestro portátil o con nuestro móvil.
Aventura
sinaptando.blogspot.com.es
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Interesante tema el de la indefensión aprendida, algo muy real y poco tenido en cuenta y coincido contigo en que nada tiene que ver el estatus social en el que se han desarrollado, si no a unos progenitores inflexibles, carentes de empatía y generalmente prepotentes, pero también es cierto que para que se de este fenómeno es necesario que la persona tenga un carácter débil que le predisponga a ello. Conozco multitud de personas que han sufrido esas condiciones y han triunfado en la vida pues se revelaron y cortaron con esas situaciones. Por otro lado no puedo estar de acuerdo en que hayan existido, como no existe ahora, épocas en que la indefensión aprendida haya sido epidémica ya que no puedo aceptar los ejemplos que citas y que son "novelas" (que no tienen que respetar el rigor histórico)escritas por autores contemporáneos que presentan los hechos de acuerdo con los valores de la sociedad actual, muy distintos de los de aquella época.
Un abrazo :-)
Te agradezco mucho el comentario y la puntualización que haces sobre mi hipótesis de una indefensión aprendida de proporciones epidémicas en algunas épocas históricas. Es cierto que los ejemplos que cito son novelas que narran historias de ficción y cuyos personajes no se corresponden con los seres humanos de carne y hueso que habitaron en aquellas épocas. Sin duda, ellos no podían regirse por los mismos códigos éticos de nuestro tiempo. Pero, aún así, creo que no me habría gustado vivir en su tiempo y que somos muy afortunados por vivir en el nuestro.
Un abrazo
Ayer, hablando con unos amigos de este tema, alguien dijo que estos tiempos eran mejores porque se había avanzado mucho y puso el ejemplo de que en hoy los niños podían estudiar y no tenían que trabajar en las minas, como ocurría en la Inglaterra del S. XIX. Le respondí que estos tiempos eran mejores para los que habíamos nacido en nuestro estatus dentro de esta sociedad, pero que no habían cambiado en absoluto para los niños trabajan en las minas de Brasil o Perú, ni para los niños explotados por la industria en varios países asiáticos.
Pienso que somos afortunados por nacer donde hemos nacido, no porque los tiempos sean mejores. Para que mejoren los tiempos es necesario que mejoren las personas, que sean menos egoístas y más solidarias con todos, no solo con quienes les rodean, aunque esto ya sería un paso importante, pero no parece que vaya a ocurrir de momento.
Un abrazo :-)
Me parece de lo más interesante tu reflexión. Tienes mucha razón en lo que dices. Los mismos tiempos, para algunos pueden resultar extraordinariamente buenos, mientras que para otros pueden convertirse en una pesadilla, dependiendo del papel que nos haya tocado en suerte en la sociedad a la que pertenecemos. No es una cuestión de países ni de épocas históricas, sino de las condiciones particulares que determinan la vida y la suerte de cada uno. Y sí, creo que somos muy afortunados si nos comparamos con muchísimas otras personas de cualquier parte del mundo, pero también de nuestro propio entorno. Muy acertado eso que apuntas de que, para que mejoren los tiempos, es necesario que mejoren las personas. Nos queda mucho por aprender como humanos todavía.
Un fuerte abrazo
Interesante tu artículo sobre la indefensión aprendida que lleva a la reflexión. ¿En qué condiciones se da o se evita? ¿Por qué en unas circunstancias y no en otras? ¿Por qué hay unos comportamientos que se imitan y repiten como algunos casos de maltrato o adicciones de padres a hijos o en el entorno familiar? La educación desde pequeños y hablar de estos temas un tapujos son obligaciones que debemos imponernos como sociedad.
Hay que compartirlo.
Un abrazo :-)
Las preguntas que planteas son de lo más interesante. Es evidente que no es nada fácil responderlas, porque no hay dos personas iguales. Pese a que dos personas hayan pasado por situaciones casi idénticas, ambas las interpretarán de modos distintos y esas interpretaciones son las que les llevarán a sentirse de una manera o de otra. Esto se ha visto evidenciado muchas veces en colectivos de personas que han pasado por episodios muy extremos de estrés postraumático: supervivientes de campos de batalla, campos de concentración, cárceles, catástrofes naturales o violencia familiar. Mientras unos se hunden y parecen no ser capaces de levantar cabeza, otros parecen renacer de sus cenizas, como el ave fénix. Lo que es indudable es que la clave para enfrentarnos a estas situaciones con éxito es la educación.
Un fuerte abrazo